jueves, 29 de diciembre de 2011

donación de órganos

En Punto de Vista: El católico y la donación de órganos http://www.aciprensa.com/podcast/puntodevista/El_catolico_y_la_donacion_de_organos-puntodevista28dic11.mp3
En este archivo de sonido, Alejandro Bermúdez, conocido periodista católico, director de ACIprensa y colaborador en EWTN, nos habla sobre la donación de órganos.

Santo Tomas Becket, Arzobispo, Mártir, 29 de Diciembre


Nació en Londres en 1170. Era hijo de un empleado oficial, y en sus primeros años fue educado por los monjes del convento de Merton. A los 24 años consiguió un puesto como ayudante del Arzobispo de Inglaterra (el de Canterbury) quien se dio cuenta que Tomás tenía cualidades excepcionales para el trabajo, así que le fue confiando poco a poco oficios más difíciles e importantes. Lo ordenó de diácono y lo encargó de la administración de los bienes del arzobispado. Lo envió varias veces a Roma a tratar asuntos de mucha importancia. Tomás como buen diplomático había obtenido que el Papa Eugenio Tercero se hiciera muy amigo del rey de Inglaterra, Enrique II, y éste en acción de gracias por tan gran favor, nombró a nuestro santo (cuando sólo tenía 36 años) como Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores.

Tras la muerte del Arzobispo Teobaldo en 1161, el rey Enrique II de inmediato pensó en Santo Tomás como el mejor candidato para ocupar dicho cargo, pero nuestro santo se negó muy cortésmente alegando que él no era digno para tan honorable puesto. Sin embargo, un Cardenal de mucha confianza del Sumo Pontífice Alejandro III lo convenció de que debía aceptar, y al fin aceptó. Cuando el rey empezó a insistirle en que aceptara el oficio de Arzobispo, Santo Tomás le hizo una profecía o un anuncio que se cumplió a la letra. Le dijo: "Si acepto ser Arzobispo me sucederá que el rey que hasta ahora es mi gran amigo, se convertirá en mi gran enemigo". Enrique no creyó que fuera a suceder así, pero sucedió. Ordenado de sacerdote y luego consagrado como Arzobispo, pidió a sus ayudantes que en adelante le corrigieran con toda valentía cualquier falta que notaran en él. Como él mismo lo había anunciado, los envidiosos empezaron a calumniar al arzobispo en presencia del rey. Dicen que en uno de sus terribles estallidos de cólera, Enrique II exclamó: "No podrá haber más paz en mi reino mientras viva Becket. ¿Será que no hay nadie que sea capaz de suprimir a este clérigo que me quiere hacer la vida imposible?".

Al oír semejante exclamación de labios del mandatario, cuatro sicarios se fueron donde el santo arzobispo resueltos a darle muerte. Estaba él orando junto al altar cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre de 1170. No opuso resistencia. Murió diciendo: "Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica". Tenía apenas 52 años.

El Papa Alejandro III lanzó excomunión contar el rey Enrique, el cual profundamente arrepentido hizo penitencia durante dos años, para obtener la reconciliación en 1172.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=389

*Rogamos rezar por todos aquellos que hacen posible este humilde servicio de fe

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Santos Inocentes, Martires, 28 de Diciembre


El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.

Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).

Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averiguen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.

El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=387

En este dia los grupos provida hacen jornadas, eventos, oraciones y marchas contra el aborto.

martes, 27 de diciembre de 2011

San Juan, Evangelista, 27 de Diciembre


San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Nació en Galilea y fue hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor. San Juan era pescador, tal como su hermano y su padre, y según señalan los antiguos relatos, al parecer fue San Juan, que también fue disicípulo de Juan el Bautista, uno de los dos primeros discípulos de Jesús junto con Andrés. La primera vez que Juan conoció a Jesús estaba con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés remendando las redes a la orilla del lago; el Señor pasó cerca y les dijo: "Vengan conmigo y los haré pescadores de almas". Ante este subliminal llamado, el apóstol dejó inmediatamente sus redes, a su padre y lo siguió.

Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago, el pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos; y junto con Pedro se encargó de preparar la Última Cena.

A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: "Hijos del trueno", debido al carácter impetuoso que ambos tenían. Estos dos hermanos vanidosos y malgeniados se volvieron humildes, amables y bondadosos cuando recibieron el Espíritu Santo. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: "He ahí a tu madre". Y diciendo a María: "He ahí a tu hijo".

El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Después de la resurrección de Cristo, en la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla. Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: "¿Y éste qué?". Jesús le respondió: "Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?". Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Juan se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos.

Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte. El emperador Dominiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, siendo desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio.

A San Juan Evangelista se le representa con un águila al lado, como símbolo de la elevada espiritualidad que transmite con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como su Evangelio.

Según señala San Jerónimo cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: "hermanos, ámense los unos a otros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: "es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura". San Epifanio señaló que San Juan murió hacia el año 100 a los 94 años de edad.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=386

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lunes, 26 de diciembre de 2011

San Esteban, Protomártir, 26 de Diciembre



A San Esteban se le llama "protomartir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.

Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.

Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.

Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.

Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.

Oremos

Dios todopoderoso y eterno, que concediste a San Esteban luchar por la fe hasta derramar su sangre, haz que, ayudados por su intercesión, soportemos por tu amor nuestras dificultades y con valentía caminemos hacia ti que eres la fuente de toda vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

*Rogamos rezar por todos aquellos que hacen posible este humilde servicio de fe.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=385

sábado, 24 de diciembre de 2011

San Charbel Makhluf, 24 de diciembre



San Charbel Makhluf, nació el 8 de Mayo 1828 en Beka'kafra (Libano.) Murió en Annaya, el 24 de Diciembre 1898 en Annaya. (Líbano.) Ermitaño de rito maronita, el primer santo libanés canonizado por la Sede Apostólica en los tiempos modernos. ( El 9 de Octubre de 1977, por el Papa Pablo VI.) "Un ermitaño de la montaña libanesa está inscrito en el número de los Bienaventurados... Un nuevo miembro de santidad monástica enriquece con su ejemplo y con su intercesión a todo el pueblo cristiano.

El puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios". Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima. Ejemplo de vida consagrada y de ermitaño. Dios ha querido manifestar su gloria por medio de este humilde ermitaño. Gran cantidad de milagros ocurren por su intercesión. Numerosas de sus imágenes milagrosamente exudan aceite de oliva el cual se utiliza en la oración por los enfermos. Además de ser bien conocido en el Medio Oriente y en toda la Iglesia, en América es particularmente venerado en México a partir de la inmigración maronita que comenzó en el siglo XIX.

Su devoción se propaga en la actualidad muy rápido por el aumento de milagros. Parece que Dios desea utilizar este santo como signo de su deseo de unificar el Oriente con el Occidente. Nació en el pueblo de Beka'kafra, a 140km. del Líbano, capital libanesa, el 8 de mayo, de 1828. Era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, una piadosa familia campesina. Fue bautizado a los ocho días en la Iglesia de Ntra. Señora en su pueblo natal, recibiendo por nombre Yusef (José). A los tres años el padre de Yusef fue inscrito en el ejército turco en la guerra contra los egipcios y muere cuando regresaba a casa. Su madre cuida de la familia siendo gran ejemplo de virtud y fe.

Pasado un tiempo, ella se casa de nuevo con un hombre devoto quien eventualmente será ordenado sacerdote. (En el rito maronita, hombres casados son elegibles al sacerdocio). Yusef ayudó a su padrastro en el ministerio sacerdotal. Ya desde joven era ascético y de profunda oración. Yusef estudió en la pequeña escuela parroquial del pueblo. A la edad de 14 años fue pastor de ovejas y aumenta su oración. Se retiraba con frecuencia a una cueva que descubrió cerca de los pastizales para adentrarse en horas de oración. Por ello recibió muchas burlas de otros jóvenes pastores. Dos de sus tíos maternos eran ermitaños pertenecientes a la Orden Libanesa Maronita. Yusef acudía a ellos con frecuencia para aprender sobre la vida religiosa y el monacato en especial. En el Convento de Annaya, profesó los votos perpetuos como monje en 1853.

Lo enviaron inmediatamente al Monasterio de San Cypriano de Kfifen, donde realizó sus estudios de filosofía y teología, llevando una vida ejemplar de obediencia y observancia. Fue ordenado sacerdote el 23 de julio, de 1859 por Mons. José al Marid, bajo el patriarcado de Paulo Massad. Al poco tiempo regresó al Monasterio de Annaya por orden de sus superiores. Ahí pasó muchos años de vida ejemplar de oración y apostolado. Entre estos, el cuidado de los enfermos, el pastoreo de almas y el trabajo manual en cosas muy humildes. Chárbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875. Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro y Pablo, la víspera de la Navidad del año 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas), la ascésis, la penitencia y el trabajo manual.

Comía una vez al día y llevaba silicio. El padre Chárbel alcanzó la celebridad después de su muerte, ocurrida el 24 de Diciembre de 1898. Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios: Su cuerpo se mantiene incorrupto y suda sangre, ocurren prodigios de luz constatados por muchas personas. El pueblo le veneraba como santo aunque la jerarquía, y sus mismos superiores, prohibieron su culto formal mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto.

Oremos

Dios, infinitamente santo y glorificado en medio de tus santos. Tú que inspiraste al santo monje y ermitaño Chárbel para que viviese y muriese en perfecta unión con Jesúsucristo, dándose la fuerza para renunciar al mundo y hacer triunfar desde su ermita, el heroísmo de sus virtudes monásticas: pobreza, obediencia y santidad. Te imploramos nos concedas la gracia de amarte y servirte siguiendo su ejemplo. Dios Todopoderoso, Tú que has manifestado el poder de la intercesión de San Chárbel a través de sus numerosos milagros y favores, concédenos la gracia que te imploramos por su intercesión (....) Amén. (Padrenuestro, Ave María y Gloria).

Fuente: http://www.evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=saintfeast&localdate=20111224&id=12693&fd=0

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viernes, 23 de diciembre de 2011

San Juan Cancio, 23 de Diciembre



Este santo nació en la ciudad de Dant, Polonia, en el año 1397. Siendo todavía muy joven se ordenó sacerdote y fue nombrado profesor de la Universidad de Cracovia. Pero la envidia de algunos de sus compañeros terminó por conseguir que lo nombraran párroco de un pueblo lejano. Tiempo después recuperó el puesto de profesor en la Universidad de Cracovia y durante muchos años dictó clases sobre las Sagradas Escrituras o explicación de la Santa Biblia. Su fama llegó a ser sumamente grande.

En las discusiones repetía lo que decía San Agustín: "Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones".

Cuando predicaba acerca del pecado lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.

A sus alumnos les repetía estos consejos: "Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado". Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él, y la gente lo llegó a llamar "el padre de los pobres" por sus muchas obras de caridad con los más desvalidos.

Murió el 24 de diciembre de 1473. En su sepulcro se obraron muchos milagros y por su intercesión se consiguieron admirables favores.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=382

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El cambio en las personas

En Punto de Vista: El cambio en las personas
http://www.aciprensa.com/podcast/puntodevista/El_cambio_en_las_personas-puntodevista22dic11.mp3
En este archivo de sonido, Alejandro Bermúdez, conocido periodista católico y director de ACIprensa, nos habla del cambio de las personas.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Santa Clotilde, Viuda, 22 de Diciembre


Esta santa reina tuvo el inmenso honor de conseguir la conversión al catolicismo del fundador de la nación francesa, el rey Clodoveo, ya que se unió en matrimonio con él. Tuvo tres hijos, pero uno de ellos murió a los pocos años de vida. La santa oraba y pedía perseverantemente por la conversión de su esposo, el rey Clodoveo, pues éste era pagano, y se negaba rotundamente a acceder a la conversión cristiana.

Cuando los alemanes atacaron a Clodoveo en la batalla de Tolbiac, el rey le pidió al "Dios de su esposa" que si le concedía la gracia de la victoria, él se convirtiría a la religión católica. Dios que no desoye ninguna súplica, le concedió el milagro al rey francés, y de manera inesperada, el ejército del Rey Clodoveo derrotó a los enemigos. De inmediato, el rey solicitó al obispo San Remigio que lo instruyera en la religión, y en la Navidad del año 496 fue bautizado solemnemente con todos los jefes de su gobierno. Gracias a su conversión, Francia profesa la religión católica.

En el año 511 murió Clodoveo. San Gregorio de Tours señala que la reina Clotilde era admirada a causa de su gran generosidad en repartir limosnas, y por la pureza de su vida y sus largas y fervorosas oraciones. La gente también afirmaba que la santa parecía más una religiosa que una reina. Después de la muerte de su esposo sí vivió como una verdadera religiosa; se retiró a Tours y allí consagró su vida a la oración y socorrer a pobres y enfermos. Cuando murió, sus dos hijos Clotario y Chidelberto llevaron su féretro hasta la tumba del rey Clodoveo.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=381

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miércoles, 21 de diciembre de 2011

El aborto espontáneo

En Punto de Vista: El aborto espontáneo
http://www.aciprensa.com/podcast/puntodevista/El_aborto_espontaneo-puntodevista21dic11.mp3

En este archivo de sonido, Alejandro Bermúdez, conocido periodista católico y director de ACIprensa, nos habla del aborto espontaneo y el llamado síndrome post aborto.

San Pedro Canisio, Doctor de la Iglesia, 21 de Diciembre


Este santo, llamado "el segundo evangelizador de Alemania", es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Nació en Nimega, Holanda en 1521. A los 19 años, consiguió la licenciatura en teología, y para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía. Sin embargo, tras realizar algunos Ejercicios Espirituales con el Padre Favro, que era compañero de San Ignacio, se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.
Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia, Alemania, dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. Fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que el pueblo pudiese entender. Logró redactar dos Catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas y en Alemania se propagaron por centenares y millares

En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable, y a quien le recomendaba descansar un poco le respondía: "Descansaremos en el cielo".

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. Además, ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era más católico. San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. se propuso formar una asociación de escritores católicos.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: "Mírenla, ahí esta. Ahí está". Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=380

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martes, 20 de diciembre de 2011

Santo Domingo de Silos, 20 de Diciembre


Nació en La Rioja, España, cerca del año 1000. Entró de religioso con los Padres Benedictinos en el famoso monasterio de san Millán de la Cogolla, y estando allí, hizo grandes progresos espirituales recibiendo del Espíritu Santo la inspiración para interpretar los temas de la Revelación divina contenidos en la Sagrada Biblia.
Llegó a ser superior del convento, y en sólo dos años restauró totalmente aquella construcción que ya estaba deteriorada.

Un día llegó el rey de Navarra a exigirle que le entregara los cálices sagrados y lo más valioso que hubiera en el convento para dedicar todo esto a los gastos de guerra. Santo Domingo se le enfrentó valientemente y le dijo: "Puedes matar el cuerpo y a la carne hacer sufrir pero sobre el alma no tienes ningún poder. El evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer que sólo al que al infierno puede echar el ama, a ese debo temer".

El rey de Navarra, lleno de indignación desterró al abad Domingo. Al enterarse de lo ocrrido, el rey Fernando I de Castilla, lo mandó llamar y le confió el Monasterio de Silos, que estaba en un sitio estéril y alejado; además se hallaba en estado de total abandono y descuido, tanto en lo material como en lo espiritual.

Santo Domingo demostró ser un genio organizador con un talento para la restauración. Levantó un monasterio ideal, y formó, entre otras cosas, una biblioteca llena de los mejores libros de ese tiempo, transformando aquella casa en un lugar de trabajo y oración.

Santo Domingo de Silos logró liberar a más de 300 cristianos que estaban prisioneros y eran utilizados como esclavos por los musulmanes. Por esta razón se le representa frecuentemente acompañado de hombres con cadenas.

El biógrafo, que escribió sobre la vida de este santo, poco después de su muerte, dice que no había enfermedad que las oraciones de este santo no lograran curar.

Y tras 96 años de su muerte, el santo se apareció en sueños a la mamá de Santo Domingo de Guzmán para anunciarle que tendría un hijo que sería un gran apóstol. Por eso cuando el niño nació lo llamaron Domingo en honor al santo de Silos. Es por ello también que muchas madres en España se encomiendan al santo Domingo de Silos para obtener que su hijo nazca bien y que cuando crezca lleve una vida santa.

Murió el 20 de diciembre del año 1073, y todavía se conserva el famoso monasterio de Santo Domingo.

http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=379

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lunes, 19 de diciembre de 2011

San Urbano V, Papa, 19 de Diciembre



Una de las épocas más difíciles para la Iglesia Católica fue "El destierro de Avignon, o destierro de Babilonia". Durante este periodo los Papas tuvieron que salir de Roma, a causa de las continuas e insostenibles revoluciones. Se establecieron en Avignon, una ciudad francesa, poco después del año 1300.

Entre todos los Papas que vivieron en Avignon estaba San Urbano V.

Nació en Languedoc, Francia, en 1310. Hizo sus estudios universitarios y entró de monje benedictino. Fue superior de los principales conventos de su comunidad y como tenía especiales cualidades para la diplomacia. Los Sumos Pontífices que vivieron en Avignon lo emplearon como Nuncio o embajador.

Estaba de Nuncio en Nápoles cuando llegó la noticia de que había muerto el Papa Inocencio VI y que él había sido nombrado nuevo Sumo Pontífice. Y no era ni obispo menos cardenal. En sólo un día fue consagrado obispo, y coronado como Papa.

Como Sumo Pontífice se propuso acabar con los abusos que existían. Quitó los lujos de su palacio y de sus colaboradores. Se preocupó por obtener que el grupo de sus empleados en la Corte Pontificia fuera un verdadero modelo de vida cristiana.

Entregó los principales cargos eclesiásticos a personas de reconocida virtud y luchó fuertemente para acabar con las malas costumbres. Al mismo tiempo trabajó seriamente para elevar el nivel cultural del pueblo y fundó una academia para enseñar medicina.

Con la ayuda de los franciscanos y de los dominicos emprendió la evangelización de Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania, y hasta logró enviar misioneros a la lejana Mongolia. Lo más notorio de este santo Pontífice es que volvió a Roma, después de que ningún Papa lo había hecho desde hacía más de 50 años. Al llegar a Roma no pudo contener las lágrimas. Las grandes basílicas, incluso la de San Pedro, estaban casi en ruinas. La ciudad se hallaba en el más lamentable estado de abandono y deterioro.

Urbano V con sus grandes cualidades de organizador, emprendió la empresa de reconstruir los monumentos y edificios religiosos de Roma. Estableció su residencia en el Vaticano (donde hasta hoy viven los Pontífices). También se dedicó a restablecer el orden en el clero y el pueblo.

Pero las revoluciones se dieron nuevamente, y Urbano, que se encontraba bastante enfermo, dispuso irse otra vez a Francia en 1370. Santa Brígida le anunció que si abandonaba Roma moriría. El 5 de diciembre salió de Roma y el 19 de diciembre murió

http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=378

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18 de Diciembre, San Modesto



Este santo es especialmente reconocido por la Iglesia Católica ya que restauró los templos de los Santos Lugares en Jerusalén, después del terrible destrozo que hicieron allí los persas.

En el año 600 el rey persa Cosroes, pagano y enemigo de la religión católica invadió Tierra Santa en Palestina, y ayudado por los judíos y samaritanos fue destruyendo y quemando sistemáticamente todo lo católico: templos, casas religiosas, altares, etc. Mandó matar a millares de cristianos en Jerusalén, a muchos otros los vendió como esclavos y, a otros, los desterró sin piedad. Uno de ellos fue el Arzobispo de Jerusalén, San Zacarías, y fue San Modesto, superior de uno de los conventos de Tierra Santa al que Dios llamaría para reconstruir los templos. Heráclito, el nuevo gobernante, logró alejar a los persas de la ciudad, situación que el santo aprovechó para comenzar el proyecto de reconstrucción, para lo que contó con la ayuda de sus monjes a recoger.

Lo primero que reconstruyó fue el templo del Santo Sepulcro, y luego el de Getsemaní o el Huerto de los Olivos y la Casa de la Última Cena, o Cenáculo.

El Arzobispo Zacarías había muerto en el destierro, y el emperador Heráclito nombró como sucesor de éste a San Modesto. Lo nombró Patriarca Arzobispo de Jerusalén, siendo una elección muy oportuna, porque entonces sí tuvo facilidad para dedicarse a reconstruir los centenares de templos y demás lugares santos destruidos por los bárbaros. Modesto continuó incansable su labor de reconstruir templos, conseguir contribuciones e inspeccionar los trabajos en los diversos sitios.

Murió el 18 de diciembre mientras llevaba un valioso cargamento de ayuda para la restauración de los santos lugares, fue envenenado por unos perversos para poder robarle los tesoros que llevaba.

http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=377

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sábado, 17 de diciembre de 2011

Domingo de la 4ta Semana del Tiempo de Adviento, Ciclo B, Domingo 18 de diciembre de 2011, lecturas dominicales



«El que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios»

Lectura del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16

«Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de todos sus enemigos de alrededor, dijo el rey al profeta Natán: «Mira; yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita bajo pieles.» Respondió Natán al rey: «Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque Yahveh está contigo.»

Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán diciendo: «Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite? Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel. He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra: fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán oprimiéndole como antes, en el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo Israel; le daré paz con todos sus enemigos.

Yahveh te anuncia que Yahveh te edificará una casa. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.»

Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos 16, 25-27


«A Aquel que puede consolidaros conforme al Evangelio mío y la predicación de Jesucristo: revelación de un Misterio mantenido en secreto durante siglos eternos, pero manifestado al presente, por las Escrituras que lo predicen, por disposición del Dios eterno, dado a conocer a todos los gentiles para obediencia de la fe, a Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a él la gloria por los siglos de los siglos! Amén».

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1,26-38

«Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, = porque ninguna cosa es imposible para Dios.»

Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue».


Pautas para la reflexión personal

El vínculo entre las lecturas

Próximos ya a la celebración del Misterio de la Navidad, la Iglesia hace preceder al nacimiento del Salvador el misterio de la Virgen-Madre, porque tiene la clara «conciencia de que María apareció antes de Cristo en el horizonte de la historia de la salvación», como ha dicho Juan Pablo II. El arcángel Gabriel le anticipa a María que su hijo: «será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David».

El segundo libro de Samuel (Primera Lectura) nos presenta al rey David con la intención de construir un templo para Yahveh pero el profeta Natán indica a David que la voluntad de Dios es diversa: no será él, el rey David, quien construirá el templo, sino que será Dios mismo quien dará a David, una «casa», una descendencia y un reino que durarán por siempre.

María, concebida sin pecado y colmada de la gracia y santidad de Dios, fue elegida para una misión muy específica: ser Madre de Dios y Madre nuestra. De este modo, Dios mismo, «al llegar la plenitud de los tiempos» habitaría en su seno purísimo para tomar de Ella nuestra humanidad y «construirse» así en María una morada dignísima. Este es el gran Misterio escondido por siglos eternos y manifestado en Jesucristo con el fin de atraer a todos los hombres a la «obediencia de la fe» (Segunda Lectura). Porque tanto nos ha amado Dios que nos ha dado a su Hijo único para que tengamos en Él la vida eterna.

«Yahveh te edificará una casa»

Ésta es la primera intervención del profeta Natán que desempeñará un papel muy importante a lo largo del reinado del rey David. Cuando éste muere; la casta se va a dividir y Adonías (cuarto hijo de David) va a querer usurpar el poder, sin embargo Natán ungirá a Salomón (el segundo hijo de David con Betsabé) como rey sucesor. La profecía que leemos en la Primera Lectura, se elabora a base de una contraposición: no será David quien edifique una casa (un templo) para Yahveh sino que será Yahveh quien levantará una casa - es decir una dinastía- a David. La promesa concierne esencialmente a la permanencia del linaje davídico sobre el trono de Israel e irá más allá del primer sucesor de David: Salomón. Éste es el primer eslabón de las profecías sobre el Mesías como hijo de David, título aplicado posteriormente a Jesús (ver Hch 2, 29-30).

El más grande Misterio de toda la humanidad

Uno puede leer mil veces, un millón de veces, el relato de la Anunciación-Encarnación y siempre encontrará algo nuevo, porque nos habla de un misterio insondable que no puede ser agotado por nuestra limitada inteligencia. Si la literatura consiste en transmitir un contenido valioso usando el vehículo de la palabra humana, podemos decir que aquí tenemos la página más hermosa de toda la literatura universal. Con una sobriedad impresionante se relata el acontecer de un misterio que recapitula y, de golpe, da sentido a todo el Antiguo Testamento y a toda la historia humana. Lo que era oscuro y latente, aquí se hizo luminoso y patente.

Dios estaba realizando la promesa de salvación enviando a su Hijo único para que asumiera la naturaleza humana en el seno de una Virgen y diera cumplimiento a todas las profecías. Cuando Lucas, después de informarse de todo diligentemente, escribió su Evangelio, él no sabía que nosotros lo íbamos a editar junto con los otros tres Evangelios. Él quiso escribir una obra completa como si fuera el único relato del misterio de Cristo y de la Iglesia (su Evangelio se prolonga en los Hechos de los Apóstoles). Por eso aquí tenemos la primera presentación de la Virgen María: «El sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José de la casa de David; el nombre de la virgen era María». No sobra ninguna palabra; el estilo carece de todo triunfalismo y adorno superfluo.

Este comienzo recuerda la presentación de los grandes profetas a quienes es dirigida la Palabra de Dios. Así es presentado Ezequiel: «En el año treinta... fue dirigida la palabra del Señor a Ezequiel, hijo de Buzí en el país de los caldeos...» (Ez 1,1-3). Así es presentado Oseas: «Palabra del Señor que fue dirigida a Oseas, hijo de Beerí, en tiempos de Ozías...» (Os 1,1). En el caso de Jonás leemos: «La palabra del Señor fue dirigida a Jonás» (Jon 1,1).

Pero en el caso de la Virgen María, le fue enviado un ángel de parte de Dios para anunciarle que en ella tomaría carne la Palabra eterna de Dios. Ella la acogería en su seno y la daría al mundo. La Epístola a los Hebreos nos ayuda a ver la diferencia en relación a los profetas del Antiguo Testamento: «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas: en estos últimos tiempos nos ha hablado por el Hijo» (Hb 1,1-2). Esta Palabra, que existía desde siempre junto al Padre, fue modulada en el seno de María y desde allí fue pronunciada al mundo.

«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»

El Evangelio de hoy es el anuncio de un nacimiento. La Virgen supo desde el primer momento quién era el que iba a nacer. El arcángel le dijo claramente su identidad y la Virgen comprendió que esta era la promesa hecha a David y que tenía ahora cumplimiento; comprendió que el que iba a nacer era el Mesías, el que Israel esperaba como salvador. Pero subsiste un problema. De la pregunta de María se deduce que ella tenía un propósito de perpetua virginidad, es decir, de consagración total a Dios, percibido como una llamada divina.

No se pueden entender de otra manera sus palabras (tanto más considerando que ella estaba comprometida como esposa de José que sin duda también había aceptado mantenerse célibe): «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». «Conocer varón» es una expresión idiomática para indicar la relación sexual; y «no conozco», dicho en presente, indica una situación que se prolonga perpetuamente. De lo contrario, ¿qué dificultad podía encontrar una esposa al anuncio del nacimiento de un hijo? La literatura antigua está llena de anuncios de nacimientos y ninguna mujer reacciona así.

El problema de María es que, de parte de Dios, siente el llamado a la virginidad perpetua y, de parte de Dios, se le anuncia el nacimiento de un hijo, y más encima, del Mesías esperado. La respuesta del arcángel le disipa toda duda: «El Espíritu Santo vendrá sobre tí y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra... ninguna cosa es imposible para Dios». El Espíritu de Dios es el que, cerniéndose sobre el abismo caótico, puso armonía y belleza en el universo creado (ver Gn 1,2); el Espíritu de Dios es el que da vida al polvo que es el hombre (ver Gn 2,7; Sal 104,29-30); el Espíritu de Dios hace revivir los huesos secos (ver Ez 37,10); el Espíritu de Dios hace conocer la Verdad (ver Jn 16,13). El Espíritu de Dios puede hacer que una mujer sea virgen y madre.

El resto del anuncio, es decir, la identidad completa del que iba a nacer, la Virgen no lo pudo comprender plenamente en ese momento: «Será grande y será llamado Hijo del Altísimo... será santo y será llamado Hijo de Dios». Esto era un misterio que ella comprendería en plenitud después de peregrinar en la fe y de conservar, meditándolas en su corazón, cada cosa y cada palabra de Jesús. La Virgen María se entregó sin reserva al misterio de la vida que se engendraba en ella y comenzó su maternidad. Lo aceptó con estas palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra». Si tenía otros planes en su vida, en este momento quedaron todos sometidos al Plan de Reconciliación del Padre amoroso.

«La obediencia de la fe»

Si tratamos de entender lo que San Pablo quiere decir cuando nos habla de «obediencia de la fe» en su carta a los Romanos, podemos decir que se trata de la confianza absoluta puesta en Dios y en lo que Él revela. A la luz de la experiencia de María, que leemos en el pasaje de San Lucas, estamos invitados a vivir «la obediencia de la fe» como una respuesta a la invitación de Dios a cooperar con su Divino Plan. Y no podía ser de otro modo, pues siendo Dios Amor, quiere de nosotros una respuesta generosa, y por ello respeta infinitamente la libertad de su creatura humana. De este modo Dios ha hecho depender del hombre mismo, en sentido último y real, su propia salvación: «Nos creaste sin nuestro consentimiento, pero sólo nos salvarás con nuestro consentimiento», decía san Agustín. El hombre no puede alcanzar la propia salvación y realización humana si no es por la obediencia de la fe, libre y amorosa.

Una palabra del Santo Padre:

«En la actual sociedad de consumo, este período sufre por desgracia una especie de «contaminación» comercial, que corre el riesgo de alterar su auténtico espíritu, caracterizado por el recogimiento, la sobriedad, una alegría que no es exterior, sino íntima. Por tanto, es providencial que, como una puerta de entrada en la Navidad, exista la fiesta de la Madre de Jesús, quien mejor que nadie puede guiarnos a conocer, amar, adorar al Hijo de Dios hecho hombre.

Dejemos, por tanto, que sea ella quien nos acompañe; que sus sentimientos nos animen a predisponernos con sinceridad de corazón y apertura de espíritu a reconocer en el Niño de Belén al Hijo de Dios, venido a la tierra por nuestra redención. Caminemos junto a ella con la oración y acojamos la repetida invitación que nos dirige la Liturgia de Adviento a permanecer en espera, una espera vigilante y gozosa, pues el Señor no tardará: viene a liberar a su pueblo del pecado.

En muchas familias, continuando una bella y consolidada tradición, inmediatamente después de la fiesta de la Inmaculada, se empieza a preparar el belén, como si se quisiese revivir junto a María estos días plenos de trepidación que precedieron al nacimiento de Jesús. Hacer el belén en casa puede ser una forma sencilla pero eficaz de presentar la fe y transmitirla a los propios hijos. El pesebre nos ayuda a contemplar el misterio del amor de Dios que se ha revelado en la pobreza y en la sencillez de la gruta de Belén.

San Francisco de Asís quedó tan sobrecogido por el misterio de la Encarnación que quiso volver a presentarlo en Greccio con el pesebre viviente, convirtiéndose de este modo en el iniciador de una larga tradición popular que todavía conserva hoy su valor para la evangelización. El belén nos puede ayudar, de hecho, a comprender el secreto de la verdadera Navidad, porque habla de la humildad y de la bondad misericordiosa de Cristo, que «siendo rico, por vosotros se hizo pobre» (2 Corintios 8, 9). Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae alegría y paz a quienes, como los pastores, acogen en Belén las palabras del ángel: «esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lucas 2, 12). Sigue siendo el signo también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra Navidad».

Benedicto XVI. Ángelus 11 de diciembre de 2005.


Vivamos nuestro domingo a lo largo de la semana

1. La maternidad es un auténtico don de Dios. Recemos por aquellas mujeres que están en estado de «buena esperanza» para que acojan con amor y cariño a ese niño que llevan en su vientre. También pidamos por aquellas madres que están pensando abortar en estos días, para que se abran a la gracia de Dios y acogen la bendición de una «vida nueva».

2. Acojamos el pedido de Benedicto XI y de manera particular vivamos estos últimos días del Adviento cerca de la Madre de Dios, la Virgen María.

3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 456 - 460. 496 - 498. 502- 511.

17 de Diciembre, San Lázaro


San Lázaro tuvo la dicha de ser el protagonista de uno de los milagros más impresionantes de Jesucristo, ya que fue resucitado por el Señor después de cuatro días de haber fallecido.

Según las Sagradas Escrituras, Lázaro enfermó gravemente y dos de sus hermanas Marta y María enviaron con urgencia un mensajero al lugar donde se encontraba Jesús con el siguiente mensaje: "Aquél a quien Tú amas, está enfermo". Bellísimo modo de decir con pocas palabras muchas cosas. Si lo amas, estamos seguros de que vendrás, y si vienes, se librará de la muerte.

El santo fallece y recién al cuarto día llegó el Señor. Las dos hermanas salen al encuentro de Jesús en medio de lágrimas y sollozos diciéndole: "Oh, Señor ¡si hubieras estado aquí! ¡Si hubieras oído cómo te llamaba Lázaro! Sólo una palabra tenía en sus labios: 'Jesús'. No tenía otra palabra en su boca. Te llamaba en su agonía. ¡Deseaba tanto verte! Oh Señor: sí hubieras estado aquí no se habría muerto nuestro hermano".

Jesús responde: - "Yo soy la resurrección y la Vida. Los que creen en Mí, no morirán para siempre". Jesús, al verlas llorar se conmovió y también lloró. Nuestro Redentor verdadero Dios y verdadero hombre, sintió también el dolor ante la muerte de un ser querido. Los judíos que estaban allí en gran número, exclamaron: "¡Miren cuánto lo amaba!". Jesús dijo: ¡Lázaro, yo te mando, sal fuera! Y Lázaro se levantó. Después de cuatro días de muerto, fue resucitado milagrosamente y visto por la multitud que contempló el hecho.

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*Rogamos rezar por todos los que hacen posible este humilde servicio de fe

viernes, 16 de diciembre de 2011

Santa Adelaida, Viuda, 16 de Diciembre


Siendo muy joven contrajo matrimonio con Lotario, rey de Italia, pero éste murió joven al parecer envenenado por los que deseaban quitarle su reino. La santa quedó viuda de sólo 19 años. El usurpador Berengario quería casarla con su hijo, pero como la santa se negó rotundamente a esta unión, Berengario la encerró en una prisión y le quitó todos sus poderes y títulos. El Padre Martín, su capellán, se quedaba admirado porque Santa Adelaida no se quejaba ni protestaba y seguía tratando a todos los carceleros con exquisita amabilidad y dulzura ya que todo lo que sucedía lo aceptaba como venido de las manos de Dios. El P. Martín logró liberar a la santa y la refugió en el castillo de Canossa.

Sin embargo, Berengario atacó aquel castillo y Santa Adelaida envió a sus embajadores hacia Alemania para pedir la ayuda de Otón, el Emperador. Pronto llegó éste con su ejército, derrotó e hizo prisionero a Berengario y concedió la libertad a la santa reina. El emperador alemán se enamoró de Adelaida y le pidió que fuera su esposa. Ella aceptó, y el Sumo Pontífice Juan XII coronó a Otón como emperador y a Adelaida como emperatriz.

Otón el grande reinó durante 36 años, y mientras tanto su santa esposa se dedicaba a socorrer a los pobres, a edificar templos y a ayudar a misioneros, religiosos y predicadores.

Fundó varios monasterios y se preocupó por la evangelización de los que todavía no conocían la religión católica. Se esforzaba mucho por reconciliar a los que estaban peleados. Su director espiritual fue en ese tiempo San Odilón, el cual dejó escrito: "La vida de esta reina es una maravilla de gracia y de bondad".

Cuando su nieto, Otón III se posesionó como emperador, ella se retiró a un monasterio, y allí pasó sus últimos días dedicada a la oración y a meditar en las verdades eternas.

Murió el 16 de diciembre del año 999.

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*Rogamos rezar por los que hacen posible este humilde servicio de fe

Santa Maria de la Rosa, Fundadora, 15 de Diciembre


Nació en Brescia (Italia) en 1813, y al cumplir los 17 años, consagró su vida al servicio de obras de caridad. En la finca de sus padres fundó con las campesinas de los alrededores una asociación religiosa que las hizo crecer y madurar en la fe católica.

En su parroquia organizó retiros y misiones especiales para las mujeres. En 1836 llegó la peste del cólera a Brescia. Después de la peste, como habían quedado tantas niñas huérfanas, el municipio formó unos talleres artesanales y los confió a la dirección de María de la Rosa que apenas tenía 24 años pero que gozaba de la estima y confianza de toda la ciudad. Desempeñó ese cargo con gran eficacia durante dos años, y luego se dedicó a organizar su propia obra abriendo un internado para las niñas huérfanas o muy pobres. Poco después inauguró también un instituto para niñas sordomudas.

En 1840 se fundó en Brescia una asociación de mujeres piadosas para atender a los enfermos de los hospitales y nombraron como superiora a Santa María de la Rosa. Las mujeres que pertenecían a la asociación se llamaban Doncellas de la Caridad. Al principio sólo eran cuatro jóvenes, pero a los tres meses ya eran 32. Muchas personas admiraban la obra que las Doncellas de la Caridad hacían en los hospitales, atendiendo a los más abandonados y enfermos de gravedad. En 1850 se fue a Roma y obtuvo que el Papa Pío Nono aprobara su consagración.

Murió el 15 de diciembre de 1855.

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miércoles, 14 de diciembre de 2011

14 de Diciembre, San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia


A los 21 años fue recibido como religioso en la comunidad de Padres Carmelitas, y obtuvo el permiso de observar los reglamentos con toda la exactitud posible sin buscar excepciones en nada. Al ser ordenado sacerdote en 1567, pidió a Dios como especial regalo que lo conservara siempre en gracia y sin pecado y que pudiera sufrir con todo valor y con mucha paciencia toda clase de dolores, penas y enfermedades.

Santa Teresa había fundado la comunidad de las Hermanas Carmelitas Descalzas y deseaba fundar también una comunidad de Padres Carmelitas que se dedicaba a observar los reglamentos con la mayor exactitud posible. Mientras tanto nuestro santo le pedía a Dios que le iluminara un modo de vivir tan fervoroso que lo llevara pronto a la santidad. Y he aquí que al encontrarse los dos santos, descubrió Santa Teresa que este era el indicado para empezar su nueva comunidad y con otros dos frailes fundó su nueva comunidad de Carmelitas descalzos. Los envió a vivir a un convento muy pobre, llamado Duruelo.

Al fundar su nuevo convento en Salamanca, fue nombrado como rector Fray Juan de la Cruz, dedicándose con todas sus fuerzas al apostolado.

Dios le había concedido una cualidad especial: la de saber enseñar el método para llegar a la santidad. Y eso que enseñaba de palabra a personas que dirigía, lo fue escribiendo y resultaron unos libros tan importantes que le han conseguido que el Sumo Pontífice lo haya declarado Doctor de la Iglesia. Algunos de sus libros más famosos son: "La subida del Monte Carmelo", y "La noche oscura del alma".

Como poeta ha sido admirado por siglos a causa de la musicalidad de sus poesías y de la belleza de sus versos. Es muy popular su "Cántico Espiritual".

Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo murió el 14 de diciembre del año 1591. Apenas tenía 49 años.

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*Por favor rezar por aquellos que hacen posible este pequeño servicio de fe

Santa Lucia, Mártir, 13 de Diciembre



A Santa Lucía se le ha representado frecuentemente con dos ojos, porque según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente su fe.

Nació y murió en Siracusa, ciudad de Italia, y gracias a sus múltiples virtudes entre las que se destaca la sencillez, la humildad y la honradez, el Papa San Gregorio en el siglo VI puso su nombre a dos conventos femeninos que él fundó.

Según la tradición, cuando la santa era muy niña hizo a Dios el voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Lucía finalmente obtuvo el permiso de no casarse, pero el joven pretendiente, rechazado, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que la santa era cristiana, religión que estaba totalmente prohibida en esos tiempos de persecución. Santa Lucía fue llamada a juicio; fue atormentada para obligarla a adorar a dioses paganos, pero ella se mantuvo firme en su fe, para luego ser decapitada.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=372

lunes, 12 de diciembre de 2011

12 de Diciembre, Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe



Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre. Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo". De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo. De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo. Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio. Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas". La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.

*Visite un especial sobre "La Patrona de América" en http://www.aciprensa.com/Maria/Guadalupe/index.html

11 de Diciembre, San Dámaso I, Papa



Este Pontífice se hizo famoso por haber redactado y hecho grabar los epitafios o lápidas en los sepulcros de muchos famosos mártires de las catacumbas de Roma.

De familia española, el santo fue secretario de los Pontífices, San Liberio y San Félix, y al ser elegido Papa, en el año 366, hizo honor a su nombre, que significa "domador", porque tuvo que sofocar una sangrienta rebelión que se levantó en Roma contra él.

Tuvo como Secretario al gran San Jerónimo, a quien le encargó que tradujera la S. Biblia al idioma popular, conocida con el nombre de "La Vulgata", y que fue empleada por la Iglesia Católica durante cerca de 15 siglos.

La tradición señala que el Papa San Dámaso fue el que introdujo en las oraciones de los católicos el "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén". Durante todo su pontificado se preocupó por conseguir que los obispos de todas las naciones reconocieran al Sumo Pontífice de Roma como el obispo más importante del mundo.

Murió el 11 de diciembre del año 384 a la edad de 80 años. Fue sepultado en la tumba que él mismo se había preparado humildemente, alejado de las tumbas de los santos famosos de Roma. Después construyeron sobre su sepulcro la basílica llamada San Dámaso.

Fuente: http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=370

sábado, 10 de diciembre de 2011

10 de Diciembre - Fiesta de la Traslación de la Santa Casa de Loreto


A partir del siglo XVI, la "Santa Casa de Loreto" que se encuentra en la región italiana de la Marca de Ancona, ha sido un concurrido centro de peregrinación y una instancia de oración de famosos santos como San Franciso Javier, San Francisco de Borja, San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga, y muchos otros más, que dieron devoción de un santuario mariano muy amado en el occidente.

Pese a que la milagrosa traslación de la casa de Nazaret a Loreto no tiene ninguna prueba histórica, existen sólidas bases de esta devoción mariana. En 1470, una bula emitida por el Papa Pablo II, autorizaba la conmemoración de una imagen de la Santísima Virgen transportada por los ángeles a Loreto, dentro de un edificio sin cimientos, "milagrosamente fundado".

Hacia 1472, uno de los rectores del templo de Loreto relató sobre la forma en que la "Santa Casa de Nazaret" llegó a las cercanías de Fiume y después, a Loreto. De acuerdo con todos los relatos escritos, la bendita construcción debe haber llegado a las cercanías de Fiume en 1291 y a Loreto en 1294. Causa extrañeza a los investigadores el absoluto silencio sobre el suceso a lo largo de los siglos XIV y XV, pero sobre todo, que en una bula con fecha de 1320, relacionada con Loreto, no se hable para nada de la traslación. Tampoco en oriente aparece mención alguna sobre la "Santa Casa de Narazet" antes del siglo VI.

Sin embargo, hay testimonios auténticos, que datan de los años 1193, 1194 y 1285, de que existía en Loreto una iglesia dedicada a Nuestra Señora. Es posible que los católicos servios que huían de la persecucióon a fines del siglo XIII, transportasen hasta Loreto, donde se refugiaron, una estatua de la Virgen María, y no se puede descartar la probabilidad de que ellos mismos construyesen para proteger a su imagen, una casa a la que pusieron el nombre de Nazaret, de la misma manera que, en nuestros días, se han construido en todas partes grutas de Lourdes.

Oremos

Te pedimos, Señor, que la maternal intercesión de la Madre de tu Hijo, libre de los males del mundo y conduzca à los gozos de tu reino à los fieles que se alegran al saberse protegidos por la Virgen María. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

9 de Diciembre - San Juan Diego


San Juan Diego nació en 1474 en el "calpulli" de Tlayacac en Cuauhtitlán, México, establecido en 1168 por la tribu nahua y conquistado por el jefe Azteca Axayacatl en 1467. Cuando nació recibió el nombre de Cuauhtlatoatzin, que quiere decir "el que habla como águila" o "águila que habla".Juan Diego perteneció a la más numerosa y baja clase del Imperio Azteca, sin llegar a ser esclavo. Se dedicó a trabajar la tierra y fabricar matas las que luego vendía. Poseía un terreno en el que construyó una pequeña vivienda. Contrajo matrimonio con una nativa pero no tuvo hijos.

Entre 1524 y 1525 se convierte al cristianismo y fue bautizado junto a su esposa, él recibió el nombre de Juan Diego y ella el de María Lucía. Fueron bautizados por el misionero franciscano Fray Toribio de Benavente, llamado por los indios "Motolinia" o " el pobre".

Antes de su conversión Juan Diego ya era un hombre piadoso y religioso. Era muy reservado y de carácter místico, le gustaba el silencio y solía caminar desde su poblado hasta Tenochtitlán, a 20 kilómetros de distancia, para recibir instrucción religiosa.Su esposa María Lucía falleció en 1529. En ese momento Juan Diego se fue a vivir con su tío Juan Bernardino en Tolpetlac, a sólo 14 kilómetros de la iglesia de Tlatilolco, Tenochtitlán. Durante una de sus caminatas camino a Tenochtitlán, que solían durar tres horas a través de montañas y poblados, ocurre la primera aparición de Nuestra Señora, en el lugar ahora conocido como "Capilla del Cerrito", donde la Virgen María le habló en su idioma, el náhuatl.

Juan Diego tenía 57 años en el momento de las apariciones, ciertamente una edad avanzada en un lugar y época donde la expectativa de vida masculina apenas sobrepasaba los 40 años.Luego del milagro de Guadalupe Juan Diego fue a vivir a un pequeño cuarto pegado a la capilla que alojaba la santa imagen, tras dejar todas sus pertenencias a su tío Juan Bernardino. Pasó el resto de su vida dedicado a la difusión del relato de las apariciones entre la gente de su pueblo.

Murió el 30 de mayo de 1548, a la edad de 74 años.Juan Diego fue beatificado en abril de 1990 por el Papa Juan Pablo II.

Fue canonizado el 31 de julio de 2002 por Juan Pablo II, quien viajó a Ciudad de México para presidir la ceremonia.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

8 de diciembre de 2011 - Inmaculada Concepción de la Virgen María



«He aquí la esclava del señor; hágase en mí según tu palabra»

Lectura del libro del Génesis 3, 9 - 15.20

«Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?” Este contestó: “Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí”.El replicó: “¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?” Dijo el hombre: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí”.Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: “¿Por qué lo has hecho?” Y contestó la mujer: “La serpiente me sedujo, y comí”.


Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”. El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes».


Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 1, 3-6. 11-12



«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado.

A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo».


Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 1, 26-38


«Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.Y entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.


Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin”.


María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,= porque ninguna cosa es imposible para Dios.» =Dijo María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel dejándola se fue».



Pautas para la reflexión personal



El vínculo entre las lecturas


La Sagrada Escritura está llena de anuncios, de mensajes de parte de Dios a los hombres. Desde aquel que recibió Abraham, para salir de su tierra o el de la concepción de Isaac por parte de su estéril mujer Sara. Con el pasar del tiempo, a través de la historia de los Patriarcas y los Profetas y hasta el último de los profetas, que será San Juan Bautista; se diría que Dios nunca ha dejado de comunicarse con los hombres. El diálogo entre una humilde doncella de Nazaret y el Arcángel Gabriel cierran y abren una etapa en las relaciones entre Dios y su criatura más amada.


La Anunciación - Encarnación del Verbo en el seno de nuestra Santa Madre es sin lugar a dudas el acontecimiento más importante de toda historia ya que la Reconciliación es el anhelado más profundo de la humanidad desde la caída primigenia (Primera Lectura). San Pablo hace explícito el don que acontece cuando el Verbo asume nuestra naturaleza humana: somos ahora verdaderamente hijos en el Hijo por excelencia (Segunda Lectura).


¿Qué celebramos?



El Evangelio de esta Solemnidad nos relata el momento de la concepción virginal de Jesús en el seno de María. Pero esto no nos debe llevar a confusión: lo que se celebra hoy es la concepción inmaculada de María en el seno de su madre, Santa Ana. Es dogma[1] de fe cristiana, definido por el Beato Papa Pío IX en 1854, que «la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano». Este hecho tiene importantes consecuencias. La más grande la expresa el Catecismo así: «Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida»[2]. En esto ella es del todo singular ya que como leemos en la Sagrada Escritura «el justo cae siete veces al día» (Prv 24,16); es decir todos tenemos sufrimos las consecuencias del pecado original[3].


El Arcángel Gabriel, que fue enviado por Dios a esta humilde virgen de Nazaret llamada María, sabía el contenido del anuncio que le traía y, por tanto, sabía quién era ella; sabía que estaba destinada a ser la Madre de Dios. Por eso, la saluda con veneración y de una manera única en toda la Historia de la Salvación[4]: «llena de gracia».Nosotros no tenemos experiencia de ninguna persona «llena de gracia», es decir, “pura de todo pecado personal”, porque no tenemos experiencia de ninguna persona que haya sido concebida sin el pecado original.


El pecado original es el estado privado de la gracia divina en que es concebido y nace todo ser humano hijo de Adán. Si la persona llega el uso de la razón en este estado, a este pecado se agregan los pecados personales que comete. Esta situación se revierte por el bautismo en el cual se infunde la gracia divina por el don del Espíritu Santo y se perdona todo otro pecado personal que se haya cometido. La persona queda santificada y adoptada como hijo de Dios. Pero el hecho de haber estado privada de la gracia y bajo el dominio del pecado tiene consecuencias. La principal de estas consecuencias recibe el nombre de «concupiscencia». El Catecismo la describe así: «Desordena las facultades morales del hombre y, sin ser una falta en sí misma, le inclina a cometer pecados»[5].


La Virgen María estaba libre de la concupiscencia. Por eso ella siempre cumplía con perfección el Plan amoroso del Padre. Puesta ante diversas alternativas ella siempre optaba por lo más perfecto viviendo de una manera excelsa un verdadero y ejemplar señorío sobre sí misma. Así pues su «hágase» responde a lo que ella es; toda pura e Inmaculada.


Nosotros, en cambio, sentimos el peso de la concupiscencia y puestos ante diversas alternativas, en nuestra opción influye el propio interés, lo más placentero, las envidias, los celos, la mentalidad permisiva que nos rodea y otras pasiones que nos impiden reconocer y actuar según el Plan de Dios. Necesitamos pues colaborar activamente con «la gracia» que se nos da en abundancia para sí poder transformarnos mediante la renovación de nuestra mente, de forma que podamos discernir cuál es el Plan de Dios:«lo bueno, lo agradable, lo perfecto» (ver Rm 12,2).


«Hágase en mí según tu palabra»


Cuando el Arcángel Gabriel trajo a María el anuncio de que ella concebiría en el seno y daría a luz un hijo y que éste sería «Hijo del Altísimo» e «hijo de David», ciertamente esto cambiaba radicalmente todo lo que ella habría podido imaginar sobre su vida. Ella estaba dispuesta a hacer inmediatamente todo lo que Dios le pidiera. Pero se le presentaba un conflicto: el mismo Dios le inspiraba su estado de virginidad perpetua. Según dice San Pablo, «la mujer virgen se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu» (1Cor 7,34). Este estado convenía a ella. Ella fue la primera mujer en asumirlo deliberadamente.


Por eso es muy importante pregunta que le hace al Arcángel: «¿Cómo será esto, pues no conozco varón?», que significa: «tengo propósito de virginidad». Su pregunta tiene como finalidad discernir cuál es el Plan de Dios, lo más perfecto. Cuando el Arcángel le explica que no hay conflicto, diciéndole: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti», entonces ella responde inmediatamente: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Como siempre, opta sin reservas por el Plan de Dios. Nadie ha respondido con más prontitud y generosidad que María al llamado que Dios le hizo a colaborar en la salvación del género humano.


«Elegidos para ser santos e inmaculados»



Es muy significativo que la Segunda Lectura de esta Solemnidad nos remita inmediatamente al Plan Dios tiene para toda la humanidad: «Dios Padre nos ha elegido en Jesucristo antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor». Es decir todos y cada uno estamos llamados a ser santos e inmaculados; ese nuestro verdadero destino; ese el proyecto de Dios sobre nosotros. Poco más adelante, en la misma Carta a los Efesios, San Pablo contempla este Plan refiriéndolo no ya a los hombres singularmente considerados, cada uno por su cuenta, sino a la Iglesia Universal,Esposa de Cristo: «Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificarla mediante el bautismo y la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada» (Ef 5, 25-27).

Una legión de santos y santas en el Señor: este es el maravilloso proyecto de Dios al crear a su hombre a su imagen y semejanza. Una humanidad que pueda, como hijos queridos, estar ante Él sin miedo ni vergüenza; sino confiando plenamente en el designio del Padre. Una humanidad plenamente reconciliada gracias al generoso don que hizo el Hijo al Padre por el Espíritu Santo.


¿Que representa, en este proyecto universal de Dios, la Inmaculada Concepción de María que celebramos? Fundamentalmente que ella es la adelantada, la primera criatura en la cual se ha realizado plenamente el designio amoroso de nuestro Creador. En la liturgia del día se resalta de bellamente lo que María es: «comienzo de la Iglesia, esposa de Cristo, llena de juventud y de limpia hermosura... Entre todos los hombres es abogada de gracia y ejemplo de santidad». Ella nos abre el camino y nos garantiza el cumplimiento del Plan de Dios. En Ella brilla ya todo el esplendor futuro de la Iglesia, como en una gota de rocío, en una mañana serena, se refleja la bóveda azul del cielo. También y sobre todo por esto María es llamada «Madre de la Iglesia». Ella intercede amorosamente por cada uno de nosotros para que crezcamos «conformes a su imagen (Jesucristo)» (Rm 8, 29) y seamos así hijos en el Hijo.


Una palabra del Santo Padre:



«Pero ahora debemos preguntarnos: ¿Qué significa "María, la Inmaculada"? ¿Este título tiene algo que decirnos? La liturgia de hoy nos aclara el contenido de esta palabra con dos grandes imágenes. Ante todo, el relato maravilloso del anuncio a María, la Virgen de Nazaret, de la venida del Mesías.El saludo del ángel está entretejido con hilos del Antiguo Testamento, especialmente del profeta Sofonías. Nos hace comprender que María, la humilde mujer de provincia, que proviene de una estirpe sacerdotal y lleva en sí el gran patrimonio sacerdotal de Israel, es el "resto santo" de Israel, al que hacían referencia los profetas en todos los períodos turbulentos y tenebrosos. En ella está presente la verdadera Sión, la pura, la morada viva de Dios. En ella habita el Señor, en ella encuentra el lugar de su descanso. Ella es la casa viva de Dios, que no habita en edificios de piedra, sino en el corazón del hombre vivo.



Ella es el retoño que, en la oscura noche invernal de la historia, florece del tronco abatido de David. En ella se cumplen las palabras del salmo: "La tierra ha dado su fruto" (Sal 67, 7). Ella es el vástago, del que deriva el árbol de la redención y de los redimidos. Dios no ha fracasado, como podía parecer al inicio de la historia con Adán y Eva, o durante el período del exilio babilónico, y como parecía nuevamente en el tiempo de María, cuando Israel se había convertido en un pueblo sin importancia en una región ocupada, con muy pocos signos reconocibles de su santidad. Dios no ha fracasado. En la humildad de la casa de Nazaret vive el Israel santo, el resto puro. Dios salvó y salva a su pueblo. Del tronco abatido resplandece nuevamente su historia, convirtiéndose en una nueva fuerza viva que orienta e impregna el mundo. María es el Israel santo; ella dice "sí" al Señor, se pone plenamente a su disposición, y así se convierte en el templo vivo de Dios.


La segunda imagen es mucho más difícil y oscura. Esta metáfora, tomada del libro del Génesis, nos habla de una gran distancia histórica, que sólo con esfuerzo se puede aclarar; sólo a lo largo de la historia ha sido posible desarrollar una comprensión más profunda de lo que allí se refiere. Se predice que, durante toda la historia, continuará la lucha entre el hombre y la serpiente, es decir, entre el hombre y las fuerzas del mal y de la muerte. Pero también se anuncia que "el linaje" de la mujer un día vencerá y aplastará la cabeza de la serpiente, la muerte; se anuncia que el linaje de la mujer —y en él la mujer y la madre misma— vencerá, y así, mediante el hombre, Dios vencerá. Si junto con la Iglesia creyente y orante nos ponemos a la escucha ante este texto, entonces podemos comenzar a comprender qué es el pecado original, el pecado hereditario, y también cuál es la defensa contra este pecado hereditario, qué es la redención».



Benedicto XVI. Homilía en la Inmaculada Concepción de María. 8 de diciembre de 2005


Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana


1. A cada uno de nosotros nos toca decir «sí» a lo largo de nuestra vida. Cada día se nos presenta como una oportunidad para abrirnos al Plan de Dios, aceptarlo y colaborar para que pueda así expandirse su Reino de Amor entre los hombres. Tomemos consciencia de nuestra necesaria docilidad a Dios. María nos enseña con su magnífico ejemplo.



2. Nuestra Madre María nos ayuda a acercarnos confiadamente a su Hijo Jesús. ¿Cuántas veces lo hacemos?



3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales 484- 511. 964- 970


[1] Dogma. Verdades contenidas en la Divina Revelación, o verdades con ellas necesariamente conexas, que el Magisterio de la Iglesia, con la autoridad recibida de Jesucristo, propone como obligación de fe (ver Catecismo de la Iglesia Católica, 88- 90).


[2] Catecismo de la Iglesia Católica, 493.


[3] «La armonía en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del alma sobre el cuerpo se quiebra; la unión entre el hombre y la mujer es sometida a tensiones; sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el dominio. La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil. A causa del hombre, la creación es sometida «a la servidumbre de la corrupción» (Rm 8, 20). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de desobediencia (270), se realizará: el hombre «volverá al polvo del que fue formado» (Gn 3, 19). La muerte hace su entrada en la historia de la humanidad». Catecismo de la Iglesia Católica, 400.


[4] Historia de la Salvación. Es el desarrollo de la acción de Dios a través del tiempo. Sus grandes etapas son el Antiguo, el Nuevo Testamento y la vida de la Iglesia. Seguirá la consumación de la vida eterna.


[5] Catecismo de la Iglesia Católica, 2515.


*Por favor recen por las intenciones personales de las personas que hacen posible este servicio de fe

11 de dicembre de 2011 - Domingo de la Semana 3 del Tiempo de Adviento. Ciclo B



«Yo soy la voz del que clama en el desierto»

Lectura del profeta Isaías 61,1-2a. 10-11

«El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran, “Con gozo me gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios, porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de justicia me ha envuelto como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con aderezos. Porque, como una tierra hace germinar plantas y como un huerto produce su simiente, así el Señor Yahveh hace germinar la justicia y la alabanza en presencia de todas las naciones”».

Lectura de la Primera Carta a los Tesalonicenses 5,16-24

«Estad siempre alegres. Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros. No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal. Que El, el Dios de la paz, os santifique plenamente, y que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama y es él quien lo hará».

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 1, 6-8.19-28

«Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: “¿Quién eres tú?” El confesó, y no negó; confesó: “Yo no soy el Cristo”». Y le preguntaron: “¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?” El dijo: “No lo soy.” – “¿Eres tú el profeta?” Respondió: “No.” Entonces le dijeron: “¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?”

Dijo él: “Yo soy la voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.” Los enviados eran fariseos. Y le preguntaron: “¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.” Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando».


Pautas para la reflexión personal


El vínculo entre las lecturas


«¿Quién eres tú?».Ciertamente la figura de San Juan Bautista es bastante inquietante para las autoridades religiosas judías. «Si no eres el Cristo (es decir el Mesías), ni Elías, ni el profeta, por qué bautizas?». Es que Juan viene a cumplir una misión que es la de allanar los caminos del Señor (ver Is 40,3-5). Pero él no es el Cristo y no quiere ser confundido con Él. «El espíritu del Señor me ha enviado para dar la buena nueva...me ha enviado para anunciar...» (Is 61,1-2). Jesús iniciará su predicación haciendo suyo el pasaje de Isaías acerca de aquél que, ungido por el Espíritu de Dios, viene a anunciar la Buena Nueva y la liberación a los cautivos. Finalmente, San Pablo, el apóstol enviado por el mismo Jesús, llevará a cabo su misión mediante la predicación y sus cartas. En su primera carta a los Tesalonicenses les exhorta a vivir de acuerdo al mensaje anunciado y a estar preparados para la venida de nuestro Señor Jesucristo que «es fiel a sus promesas» como también leíamos en la Segunda Lectura de la Carta de San Pedro (ver 2Pe 3, 8-9) del Domingo anterior.

«¡Alégrense! el Señor está más cerca…»

El tono general de este tercer Domingo de Adviento está dado por la antífona de entrada: «Estad alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. ¡El Señor está cerca!» (Fil 4,4.5). Esa doble invitación a la alegría se expresa en latín con una sola palabra: «Gaudete». Y esta exhortación es la que ha dado tradicionalmente el nombre a este Domingo, ubicado en el centro del Adviento. Por este motivo hay una mitigación en la nos­talgia por la ausen­cia del Señor, que se expresa por el color de los ornamentos del sacerdote: no ya morado, que es el propio del Adviento, sino rosado.

Una análoga invitación a la alegría había sido usada también, tiempo antes, por el ángel Gabriel, cuando, enviado por Dios, entró en la presencia de María, la Virgen de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Con este saludo llegaba para ella y para todo el pueblo de Israel la definitiva invitación al júbilo mesiánico (ver Zac 9, 9-10) ya que por ella Dios mismo se disponía finalmente a dar cumplimiento a todas las promesas de salvación hechas a Israel.

Podemos decir que el tema que la Iglesia nos propone para meditar hoy es el de la alegría, pero no el de una alegría cualquiera, sino el de la alegría que se vive por la cercanía del Señor, que, en otras palabras, es la alegría que Santa María experimentó de modo eminente. Por ello, ¿qué mejor que acercarnos a la meditación a través del Corazón amoroso de la Madre Virgen? Su experiencia única y singular es la que hace madurar a los discípulos del Señor en la profunda alegría, en la silenciosa espera; que se vive cuando se experimenta la cercanía del Señor.

«Su nombre era Juan»

Las primeras palabras de hoy están tomadas del prólogo del cuarto Evange­lio: «Hubo un hombre enviado por Dios; su nombre era Juan». Este nombre es importante en el Evangelio. Aquí vemos que está destacado. El cuarto Evangelio es llamado el «Evan­gelio según San Juan» pero, curiosamente, en este Evangelio se reserva el nombre de Juan a un solo personaje: al «Bautista». El apóstol del Señor, que conocemos por los otros Evangelios con el nombre de Juan, se llama siempre a sí mismo «el discípulo amado». El Evangelio concluye con su dis­creta firma: «Éste es el discípulo que da testimo­nio de estas cosas y que las ha escrito» (Jn 21,24).

Ya en otro episodio evangélico ha merecido especial aten­ción el nombre de Juan el Bautista. Al igual que Jesús, este nombre le fue dado por el ángel Gabriel, cuando anunció su nacimiento a su padre Zacarías, mientras éste estaba ofi­ciando en el santua­rio en la presencia de Dios (ver Lc 1,13). Juan era hijo único de madre estéril y avanzada en años. Como es natural, cuando nació todos que­rían llamarlo igual que su padre: Zacarías. Su madre, para sorpresa de todos, intervino: «No; se llamará Juan» (Lc 1,60). Y cuando interroga­ron al padre, éste escribió en una tabli­lla: «Su nombre es Juan». El nombre dado en el nacimiento expresa ordinariamente, según la mentalidad judía, la actividad o la misión del que lo lleva. ¿Qué signi­fica entonces Juan? En hebreo suena «Yohanan». Es un nombre teóforo (contiene la palabra Dios) que significa: «El Señor ha hecho miseri­cor­dia».

«¿Quién eres…?»

Juan es la alborada que precede a la luz verdadera. Es el primer anuncio. Con su nacimiento comienza a cumplirse la promesa de salva­ción. Había en él muchos rasgos que anuncian a Cristo mismo y por eso es necesario aclarar: «No era él la luz, sino que debía dar testimonio de la luz». Y cuando vienen los sacer­dotes y levitas a preguntarle: «Quién eres tú», el decla­ra lo que no es: «No soy el Cristo, no soy Elías, no soy el profe­ta». Juan nos deja un ejemplo admirable de modestia, de humildad y de fidelidad a su misión. El define a Cristo así: «En medio de vosotros está uno que no conocéis, que viene detrás de mí, a quién yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia».

Pero por más que quisiera decrecer para que Cristo creciera, fue Jesús mismo quien lo exaltó. El no era la luz verdadera, pero parti­cipaba de ella. Él no era la Verdad pero daba testimonio de ella. Así lo declara Jesús: «Voso­tros mandasteis enviados donde Juan y él dio testimonio de la ver­dad... él era la lámpara que arde y alumbra y voso­tros quisis­teis recrearos una hora con su luz» (Jn 5,33. 35). Hay motivos para aseme­jarlo a Jesús, que dijo sobre sí mismo ante Poncio Pilato: «Para esto he venido al mundo: para dar testi­monio de la ver­dad» (Jn 18,37).

Las preguntas de los enviados nos revelan la situación de expectati­va que se vivía entonces en Israel. Es que se estaba cum­pliendo el tiempo, en realidad, ya había llegado el tiempo de gracia y de salvación: «En medio de vosotros está uno que no cono­céis». Se esperaba el Cristo, el Ungido, hijo de David que vendría a reinar y liberar al pueblo. Se esperaba a Elías que, habiendo sido arrebatado al cielo en un carro de fuego, debía volver a la tierra. Se esperaba un «profeta», según la antigua promesa de Dios transmitida por Moisés: «Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a tí, pondré mis pala­bras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande» (Dt 18,18).

Respecto de estos tres perso­najes Juan declaró: «No soy yo». Pero fue exaltado también en esto. No soy Elías. Pero en su anunciación el ángel Gabriel había dicho a su padre Zaca­rías: «Irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías» (Lc 1,17). Y Jesús va más allá aun: «El es Elías, el que iba a venir» (Mt 11,14). No soy el profeta. Pero, cuando Je­sús habla a la gente, que había ido al desierto para ver a Juan el Bautista, les pregunta: «¿Qué salisteis a ver al desierto: un profeta?». Y él mismo se responde: «Sí, os digo, y más que un profeta... entre los nacidos de mujer no ha surgido uno mayor que Juan el Bautis­ta» (Mt 11,9).

«Yo no soy el Cristo»

«Yo no soy el Cristo». Esta es la única afirmación que Juan se adelanta a hacer sin que le pregunten. Y en esta fue tajante. Él mismo después insiste ante sus discípulos: «Voso­tros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de Él. El que tiene a la esposa es el esposo; pero el amigo del esposo, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del esposo. Esta es pues mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que Él crezca y que yo disminuya" (Jn 3,28-30). Aquí está completo el testi­monio de Juan. Para este testimonio vino. Y si Jesús lo exaltó llamándolo Elías y profeta, no pudo llamarlo Cristo. A este nombre responde sólo Jesús y lo hace solemne­mente, cuando en el curso de su juicio ante el Sanedrín, el Sumo Sacerdote le pregunta: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?». Entonces Jesús responde: «Sí, yo soy» (Mc 14,61-62).

«Estad siempre alegres. Orad sin cesar»

El apóstol Pablo sabe muy bien que los tesalonicenses, con sus solas fuerzas, no podrán poner en práctica cuanto ha venido aconsejando, pues la santificación si bien requiere nuestra colaboración, es obra principalmente de Dios. Por eso pide para ellos que Dios «los santifique plenamente». De modo que todo su ser (cuerpo, alma y espíritu) se mantengan irreprochables y así aparezcan luego, cuando llegue el momento solemne de la parusía o segunda venida de Jesucristo.

No deben jamás desconfiar de Dios, pues es Él quien los ha llamado a la fe y, consiguientemente, dará todo lo necesario para llevar a cabo su obra. «(Estoy) firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús» (Flp 1,6. Ver también Rom 4, 20-21; 1Cor 1,9).

Una palabra del Santo Padre:

«Desde hace veinte siglos esta fuente de alegría no ha cesado de manar en la Iglesia y especialmente en el corazón de los santos. Vamos a sugerir ahora algunos ecos de esta experiencia espiritual, que ilustra, según los carismas peculiares y las vocaciones diversas, el misterio de la alegría cristiana.

El primer puesto corresponde a la Virgen María, llena de gracia, la Madre del Salvador. Acogiendo el anuncio de lo alto, sierva del Señor, esposa del Espíritu Santo, madre del Hijo eterno, ella deja desbordar su alegría ante su prima Isabel que alaba su fe: «Mi alma engrandece al Señor y exulta de júbilo mi espíritu en Dios, mi Salvador... Por eso, todas las generaciones me llamarán bienaventurada» (Lc 1,46-48). Ella mejor que ninguna otra criatura, ha comprendido que Dios hace maravillas: su Nombre es santo, muestra su misericordia, ensalza a los humildes, es fiel a sus promesas.

Sin que el discurrir aparente de su vida salga del curso ordinario, medita hasta los más pequeños signos de Dios, guardándolos dentro de su corazón, y no es que haya sido eximida de los sufrimientos: ella está presente al pie de la cruz, asociada de manera eminente al sacrificio del Siervo inocente, como madre de dolores. Pero ella está a la vez abierta sin reservas a la alegría de la Resurrección; también ha sido elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo.

Primera redimida, inmaculada desde el momento de su concepción, morada incomparable del Espíritu, habitáculo purísimo del Redentor de los hombres, ella es al mismo tiempo la Hija amadísima de Dios y, en Cristo, la Madre universal. Ella es el tipo perfecto de la Iglesia terrestre y glorificada. Qué maravillosas resonancias adquieren en su singular existencia de virgen de Israel las palabras proféticas relativas a la nueva Jerusalén: «Altamente me gozaré en el Señor y mi alma saltará de júbilo en mi Dios, porque me vistió de vestiduras de salvación y me envolvió en un manto de Justicia, como esposo que se ciñe la frente con diadema, y como esposa que se adorna con sus joyas» (Is 61,10).

Junto con Cristo, ella recapitula todas las alegrías, vive la perfecta alegría prometida a la Iglesia: «Mater plena sanctae laetitiae», y, con toda razón, sus hijos de la tierra, volviendo los ojos hacia la madre de la esperanza y madre de la gracia, la invocan como causa de su alegría: «Cause nostrae laetitiae».

Pablo VI, Gaudete in Domino, exhortación apostólica sobre la alegría cristiana.


Vivamos nuestro Domingo a lo largo de la semana

1. Pidamos a Juan Bautista su intercesión para que crezca en nosotros un verdadero amor por la verdad y la justicia.

2. ¿De qué manera concreta puedo vivir la auténtica alegría cristiana en mi familia?

3. Leamos en el Catecismo de la Iglesia Católica los numerales: 522- 524. 721-722.

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